7° domingo de Pascua. Exaudi
Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado, para que estén completamente unidos, como tú y yo.
Juan 17,11
Esta oración, en la que Jesús intercede por él mismo, por sus discípulos y por los que han de creer después, ha sido llamada su oración sacerdotal.
Jesús reconoce que ha llegado su hora, que su Padre le dio a quienes escogió, que cumplió su misión pues ellos (los escogidos) han hecho caso de su palabra y ruega por ellos: “Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre”.
En la serie “El Chapulín Colorado” siempre había alguien que decía “y ahora, ¿quién podrá ayudarnos?” Seguramente lo hemos dicho o pensando también en la vida real, cuando la situación nos supera. Es ahí que reconocemos que solos no podemos. Si aceptamos que se haga la voluntad de Dios podemos soltarnos y decir: “Padre, hasta acá llego yo, ahora continúa tú” y sentir que todo estará bien porque Él cuida de los suyos.
Cuando tenemos la certeza de que alguien nos cuida, es más fácil caminar, y ese andar se transita pleno, sin titubeos, pues no es el Chapulín quien nos saca de aprietos, es Dios quien nos cuida firmemente por medio de su Santo Espíritu y con el poder de su nombre.
¿Ya hiciste la tarea hoy? ¿Ya te pusiste, por voluntad propia, en las manos de Dios? Ponerte en sus manos es permitirle que sea quien dirija tus pasos.
“Quédate con nosotros, Señor de la promesa,
tu mismo aseguraste amarnos hasta el fin,
por eso humildemente volvemos a pedirte,
no dejes que la noche nos sorprenda sin Ti.” Amén
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