Sábado 22 de julio

Considero que los sufrimientos del tiempo presente no son nada si los comparamos con la gloria que habremos de ver después.
Romanos 8,18
Este versículo, al igual que varios otros en la Biblia, muchas veces fue malinterpretado. Se interpreta aquí que debemos sufrir y quedarnos en el sufrimiento porque algún día, quizás después de la muerte, disfrutaremos de la gloria.
Pero lo que deberíamos leer es que, en medio de nuestros sufrimientos, la esperanza en Dios y su Promesa de vida nueva y eterna, debe alentarnos a no quedarnos en esta situación de dolor.
El apóstol Pablo decía que no esperamos lo que vemos, sino lo que está por venir. Y es que si esperamos lo que estamos viviendo en esta tumultuosa actualidad, bien podría desanimarnos y quitarnos las ganas de intentar construir algo distinto, transformando todo lo que deshumaniza en acciones que puedan dignificarnos como personas y revivificarnos como sociedad.
Un padre acompaña a su hija enferma gravemente en el hospital. A pesar del sufrimiento de ambos, esa compañía, ese amor, los llena de esperanza, más allá que los pronósticos no sean los mejores. No piensan en seguir sufriendo en la espera de las muchas bondades que “el cielo” o “el paraíso” les depara, tampoco en una cura mágica; piensan en cómo transitar mejor ese momento, confiados en que Dios no los desamparará, sintiendo que no están solos.
Los sufrimientos se presentan en nuestra vida, pero esto no quiere decir que debemos vivir sufriendo, sino que en la esperanza de lo nuevo, en la esperanza en Dios, podamos transitarlos y, si es posible, transformarlos, porque el Reino de Dios no se presenta en los cielos, sino aquí también -ahora- en medio de nuestra desgastada realidad.
Compartiremos dolores, los sufrimientos y penas, viviendo a fuerza de amor en esperanza solidaria. (Canto y Fe N° 325)
Joel A. Nagel
Romanos 8,18-25

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print