¡Que mis labios alaben al Señor! ¡Que todos bendigan su santo nombre, ahora y siempre!
Salmo 145, 21

¿Qué significa confiar?
Un grupo de turistas había ido a conocer una montaña y querían alcanzar unos huevos que estaban en un nido al borde de un precipicio. Como ellos no tenían el coraje, trataron de convencer a un niño que conocía el sitio para que descendiera atado de una soga. Sin embargo, y a pesar de ofrecerle dinero, el niño no aceptó la propuesta.
Estuvieron un rato negociando y charlando, pero el pequeño no quería saber nada. No obstante, al final, el propio niño propuso una salida. Dijo que aceptaría descender, con la condición de que sea su padre quien sostenga la soga.
Lo que queda claro de esta anécdota es que las personas difícilmente confían en alguien desconocido. Por eso es buena la imagen del niño que para alcanzar el nido, necesita que su padre sostenga la soga.
Confiar es saber que el otro no va a soltar la soga en el momento en que más necesitamos.
Podemos decir que confiamos en Dios y aún así, nuestra acción puede desmentirlo. Al decir del Salmo de hoy, es posible que los “labios” alaben a Dios y si se puede “bendecimos su nombre”, y a pesar de ello, andar por la vida desparramando odio, juzgando, discriminando o siendo esclavo del dinero. Creo que ni siquiera es necesario analizar dónde tiene puesta la confianza alguien así.

Eugenio Albrecht
Salmo 145,18-21

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