Martes 15 de agosto

La tierra ha dado su fruto; ¡nuestro Dios nos ha bendecido!
Salmo 67,6

Nuestro Dios es generoso: riega los campos y da manos al labriego. Nos bendice con trabajo y bienes naturales. Bendice con entendimiento a quienes estudian, y nos acompaña en nuestros oficios y tareas. Su presencia es indispensable para dar buenos frutos.

Nos colma de dones para trabajar y nos bendice diariamente al despertar.

¡Qué hermoso canto de alabanza representa este salmo!
¡Qué hermoso y necesario es dar gracias a Dios cada día!
En el versículo 4, el salmista señala la dirección de Dios a los pueblos y naciones. Para dar buenos frutos, frutos en abundancia, es necesario dejarnos conducir por Dios.

¿Dejamos que Él sea quien nos dirija? ¿Nos dejamos conducir por su voluntad?

La lectura personal y comunitaria de la Biblia, estas reflexiones diarias que unen a tantos hermanos y hermanas, la oración y la celebración de los cultos, el trabajo diacónico, son modos de conocer la voluntad de nuestro Señor y dejarnos conducir por Él.

Nos dice Jesús: “Yo he venido para que tengan vida en abundancia” (Juan 10:10). El plan salvador consiste en vida abundante para todos y todas, en dar buenos frutos, de paz y justicia, amor y libertad. En Gálatas 5:22-23 encontramos que “el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio”.

Señor y Dios nuestro, tú que gobiernas a los pueblos que se dejan conducir por tí, dirige nuestras vidas. Que las mismas sean un canto de alabanza a tí, que demos frutos de amor, alegría, paz, bondad y justicia doquiera que estemos. Amén.

Deborah Verónica Cirigliano Heffel
Tema: bendiciones de Dios

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