– Y ustedes, ¿Quién dicen que soy?- les preguntó.
Mateo 16,15
Circulaban varias respuestas acerca de quién era Jesús. Pedro respondió diciendo: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo” (15:16) Poder responder así fue en él un don del Padre que está en los cielos.
Pedro y los demás discípulos sabían quién era Jesús, sin embargo la pasión y la muerte de Jesús, el miedo, la pérdida de la fe y la tristeza, apartó de ellos este don. A partir de la resurrección debieron reconstruir esa respuesta, hecha añicos. Y pudieron hacerlo porque una vez más Dios les dio las palabras y les concedió realizar las obras que, con claridad y poder, decían quién era Jesús para ellos.
“Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”, escuché y traté de responder. Me quedé pensando, después busqué las palabras para poder responder. Y cuando ya tuve la respuesta, la sentí incompleta, como imperfecta; después pensé en la forma en la que vivo y mi respuesta apareció salpicada por mis pecados y defectos personales. Luego pensé: a pesar de todo, sigo diciendo quién es Cristo para mí. Esa es mi respuesta: La que ofrezco sincera y humildemente seguro que solo deseo poder perfeccionarla y hacerla verdadera en el camino de la vida. Será por la gracia de Dios y mi humilde esfuerzo, que he de ofrecer aquella respuesta más completa, con madurez en la fe, con más amor a Cristo y a cada persona.
Sea nuestra respuesta acerca de quién es Jesús igual a vivir cada día intentando cumplir su voluntad de paz, amor y justicia. Una respuesta que podamos ofrecer con nuestra vida, en la iglesia, el mundo, nuestras familias y la sociedad en la que vivimos. Amén.
Delcio Kälsten