14° domingo después de Pentecostés, 22° en el año. (13° domingo después de Trinidad).
Jesús dijo: Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía, la encontrará.
Mateo 16,24-25

Hoy nos encontramos con el texto donde, por primera vez, Jesús anuncia su muerte y resurrección; este anuncio causa gran consternación a sus discípulos/as, que a través de la persona de Pedro, el grupo entra en conversación con Jesús buscando persuadirlo, y le dice: “Señor, ten compasión de ti”. La autocompasión, el buscar el bien propio y para los suyos, compone la lógica que imperaba en el pensamiento de los/as discípulos/as y que hasta nuestros días domina a las grandes masas de personas y organizaciones; cualquier cosa fuera de esta lógica parece ser locura. Los/as seguidores/as de Jesús no entendieron con claridad lo que se les estaba mostrando.
Muchas veces nosotros/as tampoco podemos comprender plenamente, al igual que los/as discípulos/as, lo que estas palabras de Jesús significan, ya que la lógica de Jesús no responde a lo que estamos acostumbrados/as a ver, oír y reproducir diariamente. El Señor nos coloca frente a otro paradigma donde perder es ganar. Para poder vivir bajo esta nueva forma de vida es necesario un paso de fe donde tenemos la certeza que a través de nuestra entrega es donde encontramos vida verdadera. Es a partir del seguimiento a través de la cruz donde dejamos al viejo ser humano para encontrarnos con la realidad de una vida verdadera, que sólo es posible a partir de la cruz donde muere lo viejo y nace lo nuevo en nosotros/as. Pidamos al Señor que nos dé la fortaleza de tomar nuestra cruz y seguirlo, sabiendo que es a través del seguimiento podremos hallar nuestra vida.

Moara Benetti

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