Y al ver Dios lo que hicieron, y que se habían apartado de su mal camino, también él se arrepintió de hacerles daño.
Jonás 3,10

Hay momentos en la vida en la que se nos presentan oportunidades que son únicas, esos momentos donde por alguna razón o porque Dios así lo dispuso, golpea a nuestra puerta sin esperarlo, nos llama y nos interpela, nos hace reflexionar.
El pueblo de Nínive recibió un anuncio de un profeta, cuya voz era la de Dios, haciendo un llamado al arrepentimiento y al cambio de vida, a cambio de ser perdonados y poder vivir bajo la gracia de Dios y en plenitud. Un mensaje con una bondad enorme de parte de Dios, que es capaz de perdonar y dar una oportunidad para mejorar todo aspecto de su vida, en este caso de toda una ciudad.
Porque así es Dios, y así es su amor, y lo ha demostrado a lo largo de toda la historia y lo manifestó de forma plena en su hijo Nuestro Señor y Salvador. Quien además de traer el mensaje de Salvación por medio de la fe, se ofreció en sacrificio para que todos los que en Él crean sean salvos.
Es un Dios de oportunidades y cada día nos da la oportunidad, a vos y a mí para ser dignos servidores y trabajadores de su viña. Un Dios generoso, bondadoso, que da a cada uno lo que es justo, desde su lógica de amor y misericordia.
Tal vez, no siempre podemos comprender esa dimensión, y nos cuesta reconocer que ese amor es para todos y todas. Pero Dios a través de Cristo ha demostrado cuánto amor hay para con nosotros, y nos llama a que desde ese amor nos amemos los unos a los otros.

Carlos Kozel

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