Así que los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros.
Mateo 20,16

En mi ansiedad necesito saber cuándo y cómo, porque sé que será con la llegada del Reino, esa es la promesa… y la esperanza… pero mientras tanto ¿qué pasa con ellos/nosotros?
Los primeros de la parábola que relata Mateo, son los trabajadores que todos querrían contratar, los fuertes, los que no necesitan cuidados especiales… los últimos fueron esos que nadie quiso contratar, los que no pueden aunque quieran, los que no rinden en la tarea, los frágiles.
Según la revista Forbes los primeros de nuestro tiempo son ese 1% de la población mundial que concentra el 48% de todas las riquezas. Y los últimos en consecuencia son ese 60% de la población que reparte el 1% de la torta.
Como dice Galeano los últimos son esos «nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada», que según la CEPAL en América Latina son más de 86 millones de personas. Ellos, dice Jesús, serán los primeros en el Reino de Dios.
Y mientras tanto, como Iglesia estamos llamados a socorrer a las víctimas de las políticas económicas que concentran mucho en unos pocos «primeros» y despojan a los «últimos» hasta de su dignidad.
Estamos llamados a denunciar las lógicas de muerte que se esconden en las acciones y omisiones de los estados cuando olvidan su responsabilidad con la vida toda.
Estamos llamados y llamadas a comprometer nuestros cuerpos, a comprometernos desde la no violencia para frenar a los pocos que se quedan con el pan, el techo y el futuro de millones de personas…
No es nuestra tarea instaurar el Reino de Dios, apenas ser primicia de lo que esperamos sea la realidad de toda la creación.
¡Venga tu Reino, Señor!

Peter Rochón

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