Yo esperaba que diera uvas dulces, ¿por qué, entonces, dio uvas agrias?
Isaías 5,4

-Yo esperaba tener una buena cosecha este año para construir la casa nueva, pero esta sequía no dejó ni para las deudas (dijo un agricultor); –Yo esperaba que termines la facultad, no que cambies de carrera (dijo un padre a su hijo); –Yo esperaba poder hacer ese viaje que tanto me costó pagar, pero esta pandemia arruinó mis planes (dijo una señora jubilada).
Estas son algunas de las preguntas que muchas personas se hacen a diario cuando los planes cotidianos no dan los resultados esperados. ¿Cuántas expresiones similares a las ejemplificadas nos hacemos a diario? ¿Cuántas preguntas nos hacemos en forma de reclamos mirando al cielo, como esperando una explicación de Dios?
Dios nos dio la capacidad de preguntar, de reclamar, pues es humano hacerlo y por medio de los salmos el pueblo de Dios siempre lo hizo. Sin embargo, en este texto de Isaías no es el pueblo el que reclama sino Dios por medio del profeta. No estamos tan acostumbrados a escuchar que Dios nos reclame, o que simplemente nos pregunte. Normalmente nuestra vida gira en torno a lo que esperamos de Dios o lo que Dios haga de ella. Pero hoy te pregunto querido lector, querida lectora: ¿Tienes en claro lo que Dios espera de ti, de tu vida, de tus dones, de tus frutos?
Quiera Dios que, por medio de su palabra, podamos escuchar lo que Él tiene para decirnos. Amén.
Isaías 5,4

Raúl Müller

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