En cambio, a mí, el espíritu del Señor me llena de fuerza, justicia y valor.
Miqueas 3,8

Miqueas era un profeta que llevaba la palabra de Dios a los que habitaban la ciudad de Moreshet. La primera parte del libro nos relata cómo él advierte al pueblo que sus reyes estaban realizando un trabajo deshonesto. Gracias a su convicción en el Señor, tuvo las fuerzas para comunicar esto al pueblo.
Así como Miqueas, cada uno de nosotros desde el rol que ocupemos: como líderes de las congregaciones, distritos, de la IERP toda, de las juventudes, mujeres, en el rol de padres, madres, abuelos, hermanos, amigos y fundamentalmente como hijos de Dios, somos llamados a advertir lo que no está bien y a partir de eso unirnos para acompañar, sostener y mejorarlo. Tenemos la obligación de no quedarnos de brazos cruzados, de reaccionar y accionar contra las injusticias, por la igualdad, por el cuidado de la creación, por la justicia de género, debemos bregar por que se cumpla el pedido de Dios para vivir en paz y armonía.
Muchas veces, estas situaciones difíciles nos ponen en jaque y nos hacer repensar nuestras capacidades para lograrlo, pero, como Miqueas, debemos estar muy confiados de que el Señor está con nosotros, Él nos brindará las fuerzas, nos guiará siempre, nos llenará de espíritu y valor para enfrentar cualquier adversidad.
Que tengamos, Señor, la certeza de Miqueas para llevar tu palabra y construir con esa fuerza y el espíritu que Tú solamente nos brindas, Señor.
“Tú me guías por sendas de justicia, me enseñas la verdad”. (Canto y Fe N° 217)

Daniela Schenhals

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