Yo, el Señor de los ejércitos, te saqué del redil, y te quité de andar tras las ovejas, para ponerte a gobernar a mi pueblo Israel.
2 Samuel 7,8

Este es el momento del año en que todos, en mayor o menor medida, hacemos un balance de lo logrado y nos proponemos nuevas metas para el año próximo. A raíz de ello puede surgir la sensación de que ha sido un año en vano, que nada de lo que nos hemos propuesto se ha concretado. Esa desesperanza me ha acompañado muchas veces, así como creer que mis esfuerzos son inútiles o peor aun, creer que Dios mira hacia otro lado.
Entonces, algunas voces amigas nos dicen: “Dios tiene preparado algo mejor para vos”, “Dios sabe porqué permite”, “los caminos de Dios son insondables” y algunas otras frases que en momentos de dolor o tristeza nos parecen huecas y conformistas.
David quería construir un Templo para Dios, pero Dios tenía otros planes para él y el profeta Natán fue quien tuvo que decírselo. Decirle que Dios no necesita que él le edificara una casa, sino que gobernara a su pueblo. ¿Dios estaba rechazando a David? ¿Estaba mirando a otro lado? No, únicamente tenía para él otro camino trazado.
Queridos hermanos, persigamos la sensibilidad de escuchar a Dios en el prójimo y la docilidad de dejarnos guiar por Él. Ofrezcamos al Señor todo, incluso aquello que nos molesta, nos duele y nos preocupa. Aceptemos su plan para nosotros.
Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la diferencia. Amén. (Fragmento de la Plegaria de la Serenidad de Reinhold Niebuhr)

Claudia Elena Rivera

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