Y porque ya somos sus hijos, Dios mandó el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones; y el Espíritu clama: «¡Abbá! ¡Padre!»
Así pues, tú ya no eres esclavo, sino hijo de Dios; y por ser hijo suyo, es voluntad de Dios que seas también su heredero.
Gálatas 4,6-7
Dios está siempre cerca, y esta cercanía también imprime la forma en que podemos comunicarnos con Él. La cercanía de Dios es un regalo inmenso que nos hace herederos y herederas, es decir somos parte de esa inmensa comunidad a la que nos invita a participar.
Cuando Jesús nos enseña a orar llama a Dios Abba, es decir Papá o mejor dicho Papito, una forma amorosa de comunicarse, a la vez una forma diferente a lo que se escuchaba en esos momentos, nombrar a Dios con cariño y cercanía transformó el discipulado, renovó la cristiandad.
Hasta nuestros días es el mismo Dios que nos invita a acercarnos, sin méritos, sin fórmulas preconcebidas, tal cual somos pues somos hijos e hijas de Dios.
Cerca está el fin de este año, momento en que solemos hacer un balance de nuestro recorrido, quiero invitarles a sumar la gratitud a la lista de logros y amor recibido.
Oración, Dios de misericordia, Abba, ante ti nos presentamos tal cual somos, te damos gracias por el amor incondicional que nos hermana, amor que derramaste sobre esta tu creación. Ayúdanos a ser personas gratas y amables, te damos gracias por las personas que nos sostuvieron y escucharon, sabemos que ellas también son tus oídos y labios en nuestro caminar, danos la gracia de ser tus manos y abrazo a quien te necesite. Amén.
Mariela Alejandra Pereyra