Martes 5 de marzo

Den gracias al Señor por su amor, ¡por lo que hace en favor de los hombres! Ofrézcanle sacrificios de gratitud y hablen con alegría de sus actos.
Salmo 107, 21-22

¡Ser agradecidos! ¡Vivir con alegría! A pesar de las muchas dificultades que podamos estar atravesando, una sonrisa en nuestros labios siempre ilumina nuestros rostros y, por consiguiente, el de aquellos que nos rodean.

Agradecidos por el descanso de la noche, por el amanecer cada nuevo día. Por el pan sobre la mesa, por el cálido abrigo de esas cuatro paredes que nos protegen. Por los seres queridos y amigos que siempre están, en los momentos de gozo y alegría al compartir la dicha, en los momentos de dolor y aflicción para sostenernos en el abrazo.

Cuenta la historia que en la plaza principal de un pequeño pueblo del interior, había una anciana que había sido ciega desde su nacimiento. A pesar de sus años y de su falta de visión, siempre se la veía radiante y sonriente. Cada vez que vendía un ramo de flores, acompañaba la venta con un versículo bíblico lleno de esperanza. Algunos se sorprendían al verla siempre tan alegre y, movidos por la curiosidad, le preguntaban por qué siempre sonreía. Su respuesta era sincera: «Me basta con los ojos del corazón para apreciar la belleza de la vida y agradecer al Señor cada día».

Dar gracias a nuestro buen Dios por todo lo que recibimos de Su parte debería ser nuestro propósito todos los días de nuestras vidas. Es cierto que no faltarán preocupaciones, habrá momentos en los que nos sintamos tristes; sin embargo, en esos momentos, recordemos todo lo que Dios hace a nuestro favor.

David Juan Cirigliano
Salmo 107,21-22
Temas: gratitud, alegría

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