Les reprochó su incredulidad y obstinación
Marcos 16,14c

Después de su muerte y resurrección, Jesús se aparece a sus discípulos, pero se encuentra con su incredulidad y obstinación. El versículo de hoy corresponde a su sentimiento ante la negación de sus amigos, pero también revela una verdad profunda sobre la naturaleza humana y la fe.
El enojo de Jesús con los discípulos refleja su deseo de que comprendan la magnitud de lo que acaba de ocurrir: su resurrección de entre los muertos. En lugar de celebrar esta señal de esperanza, los discípulos estaban atrapados en la incredulidad y la negación. Esto nos recuerda cuántas veces tendemos a pasar por alto las señales de esperanza que se nos presentan y nos aferramos a la negatividad, la duda y la obstinación.
La obstinación humana de no ver las señales de vida está arraigada en nuestra tendencia a enfocarnos en ser y tener, en lugar de reconocer y celebrar las bendiciones y las oportunidades que se nos presentan. A menudo nos concentramos en lo que no está funcionando, en lo que está mal en el mundo, o en los demás. Esta obstinación puede cegarnos ante la belleza y la esperanza que están a nuestro alrededor.
La reacción de Jesús nos llama a reflexionar sobre cómo respondemos a las señales de esperanza. ¿Estamos dispuestos a ver la belleza y la gracia incluso en medio de las dificultades? ¿O nos aferramos a la incredulidad y la obstinación? La resurrección de Jesús nos ofrece la mayor señal de esperanza de todas, y es un recordatorio de que incluso en los momentos de duda, la esperanza y la vida pueden prevalecer si estamos dispuestos a ver más allá de nuestros obstáculos.

Eugenio Albrecht

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