Sabemos que hasta ahora la creación entera se queja y sufre como una mujer con dolores de parto. Y no sólo ella sufre, sino también nosotros, que ya tenemos el Espíritu como anticipo de lo que vamos a recibir. Sufrimos profundamente, esperando el momento de ser adoptados como hijos de Dios, con lo cual serán liberados nuestros cuerpos. Con esa esperanza hemos sido salvados. Sólo que esperar lo que ya se está viendo no es esperanza, pues, ¿quién espera lo que ya está viendo? Pero si lo que esperamos es algo que todavía no vemos, tenemos que esperarlo sufriendo con firmeza.
Romanos 8,22-25
Nos sorprende descubrir que Dios no solo se preocupó por la raza humana, sino también por la fauna y la naturaleza. Esto se debe a que a menudo consideramos que la caída en el Edén solo afectó a los seres humanos y no nos percatamos de que también afectó a la creación misma, cuando el hombre y la mujer pecaron.
Este hecho implica que cuando Cristo venga, su obra de redención no solo se centrará en nosotros, sino que también debemos ampliar nuestra visión para incluir al mundo natural. Así como nosotros, los pájaros también entonan sus cantos, tal como lo expresa el salmista: «Que te alaben, Señor, todas tus obras». Sin embargo, junto con esta belleza, también hay sufrimiento causado por la mala administración de esta especie que, se supone, es inteligente.
Es por esta razón que, en conjunto con la creación, los seres humanos al unísono clamamos y decimos: ¡Hasta cuándo, Dios! ¡Acorta los días, pues anhelamos con desesperación el advenimiento de un «cielo nuevo y tierra nueva, donde mora la justicia»!
Señor, hay cosas que no comprendemos, pero una cosa si se y que tú eres real y que tienes paciencia para que el necesitado se acerque a ti. Amén.
Alexis Salgado