Cantemos con gozo a Dios, nuestra fortaleza; aclamemos con júbilo al Dios de Jacob.
Salmo 81,1
“Cantemos con gozo a Dios, nuestra fortaleza”, este primer versículo del Salmo nos invita a reconocer a Dios y a cantarle por el ánimo y la fuerza que Él nos proporciona.
El primer instrumento musical que el ser humano utiliza desde que nace es la voz. Desde pequeñas y pequeños, la utilizamos para expresarnos, emitiendo notas musicales que luego se convierten en palabras que nos ayudan a comunicarnos.
Es por eso que creo que la invitación a cantar con gozo a Dios, es en realidad un ejercicio de comunicación entre Dios y los seres humanos.
Cada mañana, al despertar, con la oportunidad de vivir las cosas buenas que se mueven en nuestro espacio.En la tarde, a la mitad de nuestras actividades, hacer un alto, respirar profundamente y cantar en voz baja quizás, puede alegrar nuestro tiempo y permitirnos continuar con lo que resta del día. Y por la noche, al final del día, cantar para despedirnos y encontrar un descanso pleno para recuperar las fuerzas.
La música y la palabra nos proporcionan la posibilidad de ser más sensibles a nuestras necesidades y a las problemáticas de nuestro entorno, pero también son un recurso capaz de llenarnos de esperanza para seguir adelante.
Oremos al Dios de la música, de la pausa y el compás, así como de la palabra dialogada:
Que en este día, buen Dios, encontremos las notas adecuadas para crear armonías de esperanza. Que cada sonido sea un mensaje armonioso para tu pueblo y que el ritmo sea aportado por cada persona en plena libertad. También te pedimos que los silencios sean oportunos para reflexionar y acompañar la nota que continúe dando voz a nuestro canto de esperanza. Amén.
Ángela Trejo Haager