Y ahora, gloria sea a Dios, que puede hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, gracias a su poder que actúa en nosotros

Efesios 3,20

Hoy, la alabanza que encontramos no solo en la oración de Pablo por los creyentes de Efeso que compartimos ayer, sino también en todo lo que expresa en los primeros capítulos de su carta, nos transmite la convicción del apóstol de que Dios «es poderoso», que su Poder está por encima de nuestra capacidad de pensar o pedir. En ese «nosotros», Pablo reconoce esta verdad, ya que su presencia, Su acción y su amor se encuentran en todo y en todos, es ilimitado. Por lo tanto, entregarnos a su poder no disminuye nuestra propia capacidad, sino que la magnifica.
Cuando nos entregamos al poder de Dios, estamos cediendo ante algo mucho más grande que nosotros, ante un universo que sabe lo que hace. Aprendemos a confiar en que el poder que mantiene unidas las galaxias es el soberano de la vida y puede manejar las circunstancias de nuestras vidas como nadie más. ¡Qué alegría inmensa trae el sentirnos amados y abrazados por el poder de Dios! ¡Gloria a nuestro Padre!
Señor, te agradecemos por brindarnos la posibilidad de trascender los límites de nuestra humanidad. Permítenos descansar sin preocupaciones en tus manos cada día, reconociendo que tu poder ha vencido a este mundo y que tu amor en nosotros nunca se extingue. Que la gloria sea tuya hoy y siempre. Amén.

Soraya Pereyra

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