Entonces los judíos discutían entre sí, diciendo: —¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Juan 6,52
Una de las características distintivas del Evangelio de Juan es el fenómeno del malentendido. Jesús comunica verdades espirituales, pero sus oyentes las interpretan de manera literal. Por ejemplo, cuando Jesús habla del renacimiento espiritual, Nicodemo lo entiende en términos físicos y se pregunta cómo un hombre ya mayor podría nacer nuevamente. Asimismo, al mencionar el agua viva, la samaritana se cuestiona cómo Jesús obtendrá esa agua sin una cuerda en el pozo de Jacob.
En otra ocasión, cuando Jesús le dice a Judas, quien se está preparando para traicionarlo, que haga lo que debe hacer rápidamente, los discípulos interpretan que Judas está saliendo para realizar una acción caritativa en favor de los necesitados.
En el versículo bíblico que estamos considerando, Jesús pronuncia palabras sacramentales, pero sus oyentes confunden su mensaje con la idea de canibalismo: “¿Cómo vamos a comer su carne y beber su sangre?”, preguntan. Están claramente malinterpretando las palabras de Jesús. En este contexto, Jesús se refiere al significado que la Santa Cena tendrá en la vida de la iglesia.
En las palabras de la institución de la Santa Cena, escuchamos: «Tomen, coman… tomen, beban… hagan esto en memoria de mí». Podemos preguntarnos: ¿recordar qué? Debemos acercarnos al altar considerando todo lo que Jesucristo hizo por nosotros en la cruz. Debemos aproximarnos al altar con fe, alabando y agradeciendo a Dios por todo el amor que nos mostró en la cruz de Jesús. Debemos participar tomando muy en serio este sacramento. La Santa Cena no es simplemente un acto de recuerdo.
Perdonen mi honestidad: a veces me sorprende la liviandad con la que se toma a este sacramento en nuestras comunidades.
Sergio A. Schmidt