El que mira con desprecio a quien desprecio merece, pero honra a quien honra al Señor; el que cumple sus promesas aunque le vaya mal; el que presta su dinero sin exigir intereses; el que no acepta soborno en contra del inocente. El que así vive, jamás caerá.
Salmo 15,4-5

¿Existe una manera «correcta» de vivir nuestras vidas? ¿Es necesario cumplir ciertos requisitos y llevar a cabo acciones específicas? El salmo podría dar una respuesta afirmativa a estas interrogantes, sugiriendo que aquellos que no cumplen con ciertas expectativas están destinados al fracaso. Esto nos lleva a cuestionarnos si esta parte del salmo guarda relación con lo que ocurre en nuestro mundo en la actualidad. Las primeras dos afirmaciones se vinculan con un aspecto religioso, enfocándose en el respeto hacia Dios y en cómo esto afecta nuestras relaciones con nuestros hermanos y hermanas.
Luego encontramos tres demandas muy relevantes. La primera se refiere a cumplir con todo aquello que hemos prometido, incluso si ello nos perjudica. En la actualidad, vivimos en un mundo en el que todo parece justificable y las personas a menudo ofrecen excusas continuas para eludir sus responsabilidades y promesas, priorizando su propio beneficio por encima del bienestar comunitario.
Después encontramos la instrucción de prestar dinero sin cobrar intereses. En un mundo donde los asuntos financieros y económicos a menudo prevalecen sobre la vida de las personas, este mandato nos impulsa a cuestionar el amor desmedido por el dinero y la falta de compasión hacia los demás.
En tercer lugar, nos encontramos con la enseñanza de no aceptar sobornos en perjuicio de los inocentes. Encontrar este mensaje resulta doloroso, ya que implica que en el pasado y aún en la actualidad, personas inocentes son víctimas de individuos que no pueden dejar a un lado sus intereses egoístas, carecen de empatía hacia los demás y terminan perjudicando y castigando a aquellos que no deberían.
Pero el salmista presenta todo esto como una advertencia, un llamado a actuar teniendo en consideración a los demás. Su intención es invitarnos a que nuestros actos y acciones no se centren únicamente en nuestro propio beneficio. Si logramos mantenernos firmes en estas enseñanzas, confiando en la guía divina, Dios nos sostendrá y jamás caeremos. Que Dios continúe sosteniéndonos en su mano y nos asista para actuar de acuerdo a su voluntad.

Guillermo Perrin

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