¡Alégrate mucho ciudad de Sión! ¡Canta de alegría, ciudad de Jerusalén! Tu rey viene a ti, justo y victorioso, pero humilde, montado en un burro, en un burrito, cría de una burra. Él (…) Anunciará paz a las naciones y gobernará de mar a mar, del Éufrates al último rincón del mundo.
Zacarías 9,9-10
¡Alégrate y canta de alegría! ¡No hay razón para la resignación! ¡No hay motivo para desistir y abandonar! Y así es, incluso cuando para muchos/as parezca que no hay razón para seguir adelante, seguimos haciéndolo. La comunidad cristiana debe ser reconocida por esto: incluso en medio de momentos difíciles, la comunidad se aferra a la gran promesa de Dios de acompañar, sostener y fortalecer a su pueblo. Es decir, a cada uno/a de nosotros/as.
Su promesa puede parecer sin sentido y sin fundamento. ¿Un rey en una burra? ¿Un rey humilde? Sí, es el Dios en el que creemos, incluso cuando parezca una locura. Dios viene de esa manera a nuestro encuentro y nos muestra qué es lo que realmente tiene valor y qué es lo que verdaderamente fortalece la vida.
Año tras año recordamos en diversos momentos lo que este texto relata. A veces, esto nos lleva a perder el asombro ante esta historia tan fascinante. Hoy pido a Dios que nos regale el asombro necesario para redescubrir el gran significado de este anuncio: Él mismo viene a nosotros, sin cesar, y por eso no abandonamos este camino. Cantemos alabanzas a nuestro buen Dios y vivamos la fe con alegría. Dios cumple su promesa. Que así sea. Amén.
Christian Stephan