Lunes 16 de diciembre

¡Dios, restáuranos! Haz resplandecer tu rostro y seremos salvos.

Salmo 80,1

El versículo de este salmo del día refleja la súplica más profunda de aquellos que confían en Dios y anhelan de él una nueva realidad y salvación. Es por ello que encontramos la petición: “Restauranos”.
Restaurar es, en su sentido más fundamental, reparar los defectos de algo; es devolver algo al estado o valor que tenía previamente.
En el versículo de hoy, quien clama hace una petición a Dios para que esta acción se realice en ellos (utiliza un plural). Hay un clamor para que los “desperfectos” puedan ser corregidos, una súplica por regresar a ese lugar de estima que alguna vez se tuvo.
También deberíamos pedir eso a Dios, ya que todos tenemos asuntos que necesitan ser “resueltos” para que podamos “funcionar” mejor. Oremos como el salmista, para estar en ese lugar de estima ante Dios, un lugar donde podemos esperar con confianza la salvación.
Pidamos que, durante el proceso de restauración, sean eliminadas de nosotros todas las negatividades que oscurecen las partes más hermosas que poseemos. Que las acciones que ensucian y manchan nuestro ser sean removidas. Oremos para que en Dios sea fortalecida nuestra base, eliminando de nosotros cualquier duda y todo espíritu de poquedad.
Clamar para que Dios nos restaure implica reconocer que le pertenecemos; que en Él podemos recuperar un valor inmenso y que tenemos la capacidad de servir de manera significativa durante mucho tiempo más.
Dios puede mejorar aspectos en nosotros que para muchos parecen irreparables. Su amor es el programa de restauración más completo que existe. Dispongamonos a Él.

Rudinei Bischoff Reimers

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