Domingo 5 de enero

 

2° domingo después de Navidad

 

La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y verdad.

 

Juan 1,14

 

Cuando todo es confuso e incierto, lo mejor que puede sucedernos es encontrar una luz, un camino a seguir, aunque haya dificultades, pero con la tranquilidad que da tener un rumbo cierto. En este sentido, muchas veces nos preguntamos, en medio de las guerras, miserias y tragedias de este mundo, si existe un destino salvífico o si todo está perdido.
Mañana es Epifanía, y celebramos la manifestación de Dios en el mundo por medio de Jesús, el Cristo. Tal como lo afirma el Evangelista, la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros, entre nosotras.
Eso significa, estimados hermanos y hermanas, que en Cristo Jesús Dios se nos revela. La salvación y plenitud que el Señor ofrece a la humanidad y a toda la creación se hace visible en Jesús.
En Jesús se manifiesta el ser humano nuevo que vive sostenido por la Gracia y el Espíritu de Dios; que extiende su amor más allá de los límites; que practica una justicia basada en las necesidades de quienes padecen y no en sus méritos; que condena el pecado y no al pecador; que practica la misericordia; que es el pan de vida que invita a partir y compartir el pan; que no exige sacrificios, sino que se entrega a sí mismo para que todas las personas tengan vida y la tengan en abundancia.
¡No todo está perdido! Hay un camino cierto. La nueva humanidad y creación se hacen presentes en Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios. Solo necesitamos reconocerlo como Señor y adherirnos a Él por medio de la fe, para seguirlo con obediencia y gratitud. Si lo haces, verás que muchas cosas en tu vida y en el mundo serán nuevas. Que así sea. Amén.

 

Leonardo Schindler

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