Salmo 25:1-10
1 A ti, oh Jehová, levantaré mi alma.
2 Dios mío, en ti confío;
no sea yo avergonzado,
no se alegren de mí mis enemigos.
3 Ciertamente, ninguno de los que esperan en ti será avergonzado;
serán avergonzados los que se rebelan sin causa.
4 Muéstrame, oh Jehová, tus caminos;
enséñame tus sendas.
5 Encamíname en tu verdad y enséñame,
porque tú eres el Dios de mi salvación;
en ti he esperado todo el día.
6 Acuérdate, oh Jehová, de tu misericordia y de tu bondad,
que son eternas.
7 Los pecados de mi juventud y mis rebeliones no los recuerdes;
conforme a tu misericordia acuérdate de mí,
por tu bondad, oh Jehová.
8 Bueno y recto es Jehová;
por tanto, enseñará a los pecadores el camino.
9 Guiará a los humildes por el juicio,
y enseñará a los humildes su camino.
10 Todas las sendas de Jehová son misericordia y verdad
para los que guardan su pacto y sus testimonios.

Deuteronomio 30:9-14
9 Y te hará Jehová tu Dios abundar en toda obra de tus manos,
en el fruto de tu vientre,
en el fruto de tu ganado,
y en el fruto de tu tierra,
para bien;
porque Jehová volverá a gozarse sobre ti para bien,
como se gozó sobre tus padres.
10 Cuando escuches la voz de Jehová tu Dios,
guardando sus mandamientos y sus estatutos que están escritos en este libro de la ley,
cuando te conviertas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.
11 Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos.
12 No está en el cielo, para que digas:
¿Quién subirá por nosotros al cielo para traernos, y hacernos oírlo, para que lo pongamos por obra?
13 Ni está al otro lado del mar, para que digas:
¿Quién pasará por nosotros al otro lado del mar para traernos, y hacernos oírlo, para que lo pongamos por obra?
14 Porque muy cerca de ti está la palabra,
en tu boca y en tu corazón,
para que la pongas por obra.

Colosenses 1:1-14
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y el hermano Timoteo,
2 a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas:
Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre.
3 Siempre oramos por vosotros,
dando gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
4 habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús y del amor que tenéis a todos los santos,
5 a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos,
de la cual ya habéis oído en la palabra de la verdad del evangelio,
6 que ha llegado a vosotros, como también en todo el mundo está dando fruto y creciendo,
tal como entre vosotros, desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad,
7 así como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro amado compañero,
que es un fiel ministro de Cristo para vosotros,
8 quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu.
9 Por lo cual también nosotros, desde el día en que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros,
y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual,
10 para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo,
llevando fruto en toda buena obra,
y creciendo en el conocimiento de Dios;
11 fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria,
para toda paciencia y longanimidad,
12 dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;
13 el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas,
y trasladado al reino de su amado Hijo,
14 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.

Lucas 10:25-37
El buen samaritano
25 Y he aquí, un doctor de la ley se levantó,
y dijo, para atentarle:
—Maestro, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
26 Él le dijo:
—¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
27 Aquel, respondiendo, dijo:
—Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
y con toda tu alma,
y con todas tus fuerzas,
y con toda tu mente;
y a tu prójimo como a ti mismo.
28 Y le dijo:
—Bien has respondido; haz esto, y vivirás.
29 Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús:
—¿Y quién es mi prójimo?
30 Respondiendo Jesús, dijo:
—Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó,
y cayó en manos de ladrones,
los cuales le despojaron,
y le hirieron,
y se fueron, dejándole medio muerto.
31 Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino,
y viéndole, pasó de largo.
32 Asimismo, un levita, llegando cerca de aquel lugar,
y viéndole, pasó de largo.
33 Pero un samaritano que iba de camino,
vino cerca de él,
y viéndole, fue movido a misericordia;
34 y acercándose, vendó sus heridas,
echándoles aceite y vino;
y poniéndole sobre su cabalgadura, lo llevó al mesón,
y cuidó de él.
35 Otro día, al partir, sacó dos denarios,
y los dio al mesonero,
y le dijo:
—Cuídamele, y todo lo que gaste de más, yo te lo pagaré cuando regrese.
36 ¿Cuál, pues, de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
37 Él dijo:
—El que usó de misericordia con él.
Entonces Jesús le dijo:
—Ve, y haz tú lo mismo.

Agenda Evangélica: Salmo 42,2-6; Génesis 50,15-21; Romanos 12,17-21; Lucas 6,36-42 (P)