Salmo 9:1-2, 4, 7-8
1 Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón;
contaré todas tus maravillas.
2 Me alegraré y me regocijaré en ti;
cantaré a tu nombre, oh Altísimo.

4 Porque has mantenido mi derecho y mi causa;
te has sentado en el trono, juzgando con justicia.

7 Pero Jehová permanecerá para siempre;
ha preparado su trono para juicio.
8 Él juzgará al mundo con justicia,
y a los pueblos con rectitud.

Isaías 9:1-6
1 Pero no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia.
Como en el tiempo que agraviaron la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí,
en el tiempo que se trató con desprecio,
pero al final llenó de gloria el camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles.

2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz;
los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.
3 Multiplicaste la gente, aumentaste la alegría;
se regocijan delante de ti como se regocijan en la siega,
como se gozan cuando reparten los despojos.

4 Porque tú quebraste su yugo,
y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor,
como en el día de Madián.

5 Porque todo calzado que lleva el soldado en el fragor de la batalla,
y todo manto revolcado en sangre,
serán quemados, serán pasto del fuego.

6 Porque un niño nos es nacido,
hijo nos es dado,
y el principado sobre su hombro;
y se llamará su nombre: Admirable, Consejero,
Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

Filipenses 2:5-11
5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse,
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo,
hecho semejante a los hombres;
8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo,
y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra,
11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Juan 1:1-18
1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
2 Este era en el principio con Dios.
3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

6 Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
7 Este vino para testificar de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
8 No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.
9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho;
pero el mundo no le conoció.
11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros,
y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

15 Juan dio testimonio de él, y clamó, diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí es antes de mí,
porque era primero que yo.

16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada,
pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

18 A Dios nadie le vio jamás;
el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Agenda Evangélica: Salmo 121; Eclesiastés 3,1-15; Romanos 8,31b-39; Mateo 13,24-30; Hebreos 13,8-9b (P)