Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no ha sido en vano. Más bien, he trabajado con afán más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios que ha sido conmigo.
1 Corintios 15,10
En este pasaje, el apóstol Pablo expresa sentirse en deuda con Jesús al recibir el apostolado, ya que, antes de ello, él perseguía al pueblo de Dios, a los discípulos y al propio Mesías; sin embargo, Jesús, después de aparecerse frente a todos sus discípulos y otras personas, también se le presenta a Pablo/Saulo, aun siendo perseguidor, Jesús se fijó en él, lo salvó y transformó su vida en un ferviente seguidor suyo.
El texto nos relata que Pablo trabajó más duro que los demás apóstoles, trabajando con determinación para la causa del Señor. No mal gasto el don que Dios le dio, sino que lo puso a servicio de Él y produjo muchos frutos. El texto manifiesta que Pablo no lo hizo sólo, él encuentra en la gracia de Dios la posibilidad de toda acción. Dios nos elige, es por su gracia que somos salvos por medio de la fe.
Nuestros esfuerzos obedecen a Dios, nuestra fortaleza viene de Él. Dios puso sus ojos sobre cada uno de nosotros y es Él quien nos permite trabajar para su reino. Si tenemos el don de la palabra, Dios proveerá y hablará por medio nuestro para extender su mensaje y hacer llegar el consuelo a quien lo necesite; si tenemos el don de la música, Dios hará de nosotros un instrumento para cautivar con su palabra y preparar nuestros corazones para recibir el Evangelio. Es Dios quien nos amó primero, Él tiene un plan para cada uno de nosotros y es importante que respondamos a ese llamado. Celebremos que podemos poner nuestros dones al servicio de Dios y de los demás. ¡Qué nuestra vida sea siempre un instrumento que proclame el mensaje de Dios a todas las naciones!
“Yo soy que te manda que tengas valor y firmeza, no tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios estaré contigo dondequiera que vayas” (Josué 1,9).
Sofia Ayelen Schenhals