Lunes 16 de junio

 

Yo hablaré de ti a mis hermanos, te alabaré en sus reuniones.

 

Salmo 22,22

 

Seguramente hoy ya has tenido tu momento de oración; has pedido algo a Dios y también le has agradecido. Eres una persona acostumbrada al ejercicio espiritual diario, por eso estás leyendo estas reflexiones diarias. Pero, ¿compartes tu experiencia de fe con otras personas? ¿Hablas acerca de Dios en los espacios que frecuentas: en tu trabajo, en tus grupos de amigos o tu familia? ¿Te muestras abiertamente como una persona de fe, específicamente la fe cristiana?
Sin duda, es uno de nuestros puntos débiles como evangélicos protestantes. Vivimos profundamente nuestra fe, pero en silencio; no la compartimos con nuestro entorno, e incluso a veces ni siquiera con nuestros propios hijos. Al creer que la fe es personal, pretendemos que por arte de magia llegue a ellos, sin darnos cuenta de que nosotros la hemos recibido de alguien. Una persona nos contó acerca de lo que Dios ha hecho en su vida, de la fuerza que Dios te da cuando te aferras a Él.
Tenemos una cuenta pendiente, recibida en el mandato del bautismo: “Vayan y hagan discípulos a todas las naciones” (Mateo 28,19) y las palabras de Jesús resucitado a las mujeres: “Vayan y cuenten” (Mateo 28,10). Las palabras del Salmo 22: “Yo hablaré de ti a mis hermanos, te alabaré en sus reuniones” son desafiantes para nosotros: hablar de Dios y su obra en nosotros a quienes nos rodean, y alabar a Dios sin temor a que se rían de nosotros. ¿Te animas a hacerlo? Amén.

 

Estela Andersen

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