Porque todos ustedes, los que han sido bautizados en Cristo, están revestidos de Cristo. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, sino que todos ustedes son uno en Cristo Jesús.
Gálatas 3,27-28
“Llegará un nuevo día, un nuevo cielo, una nueva tierra, un nuevo mar. En ese día, los oprimidos alcanzarán la libertad juntos”.
Espero que hayas leído estas líneas cantando. En mi camino en la vida cristiana, he experimentado cosas que no calificaría necesariamente como tristes o felices, sino como increíbles.
En el caminar de nuestra confesión, he tenido la oportunidad de conocerles en sus países, escuchar sus idiomas, peregrinar juntos y, en algunos casos, acompañarles en su partida. Es una gran alegría sentirme uno con ustedes.
Cuando el clamor de los hermanos y hermanas que celebran en unidad en la triple frontera de Iguazú se une al sonido de los órganos de tubo en los templos de las grandes capitales, somos uno, somos iguales.
En nuestras comunidades no debemos mirar a nadie desde arriba ni desde abajo, sino hacia los lados. Ahí está el prójimo, nuestro apoyo y nuestra guía.
Que nuestro paso por la creación sea en igualdad y libertad en Cristo. Amén.
Felipe Sepúlveda