Señor, muéstrame tus caminos; guíame por tus senderos; guíame, encamíname en tu verdad, pues tú eres mi Dios y Salvador. ¡En ti confío a todas horas!
Salmos 25,4-5
¿En qué o en quién has puesto tu confianza? ¿Qué te trae paz y des- canso? ¿Tu trabajo, tu dinero, tu familia, tus amigos? Todas estas cosas son buenas y fueron creadas por Dios para que las disfrutemos. Sin embargo, cuando ponemos nuestra fe y esperanza en lo creado y no en el creador, tarde o temprano nos sentiremos decepcionados y el vacío interior persistirá.
Vivimos en un mundo lleno de incertidumbres y preocupaciones, buscando insaciablemente poder, estatus y dinero. Sin embargo, en medio de esta agitación, encontramos a un Dios que alimenta a las aves, viste las flores del campo y promete proveernos, vestirnos y cuidarnos si buscamos, en primer lugar, su reino y su perfecta justicia, revelada en Cristo Jesús (Mateo 6,25-34).
David, el hombre conforme al corazón de Dios, comprendió algo muy valioso que le dio sentido a su vida: que el Señor era su única fortaleza segura. Así como David, tú y yo podamos encontrar en el Señor lo que nuestros corazones tanto anhelan. Que volvamos nuestra mirada al Señor y permitamos que Él, en su infinita bondad, nos guíe a través de Jesucristo, mostrándonos sus caminos y llevándonos por senderos de gracia, verdad y amor. Amén.
Oración: Espíritu Santo, ayúdame a mantener mi mirada en Jesucristo y a confiar en Él como mi refugio seguro. Amén.
Lucas Doerzbacher