Nosotros anunciamos a Cristo, aconsejando y enseñando a todos en toda sabiduría, para presentarlos perfectos en Cristo.
Colosenses 1,28
Este llamado no es solo para pastores y líderes, sino para todos los cristianos, laicos y laicas, que estén dispuestos a acompañar y cuidar a sus hermanos y hermanas en la fe.
En muchos grupos de ayuda mutua, se advierte sobre el peligro de aconsejar desde nuestra propia perspectiva, imponiendo nuestra voluntad sobre la de los demás. Sin embargo, desde una perspectiva evangélica, el consejo que damos debe estar arraigado en la Palabra de Dios y en nuestra experiencia de vida en Cristo. No se trata de imponer, sino de guiar con amor y sabiduría, tal como Jesús lo hizo con nosotros.
Para ser verdaderos consejeros en la fe, es esencial practicar una escucha activa, libre de juicios y llena de empatía. Debemos estar atentos a las vivencias de aquellos a quienes acompañamos, comprendiendo sus luchas y necesidades. Solo así podemos enseñar con la sabiduría que proviene de Dios y con el amor que Jesús nos enseñó a través de su ejemplo y sacrificio.
La tarea de presentar a otros a Cristo no es una labor de perfección humana, sino de gracia divina. Es a través de Cristo y en su amor redentor que podemos iniciar un proceso de cuidado y transformación, donde cada persona es guiada a la plenitud que solo se encuentra en Él.
Carlos Kozel