¡Si un profeta tiene un sueño, que diga que es un sueño, pero si recibe mi palabra, que la anuncie fielmente! No se puede comparar la paja con el trigo. Mi palabra es como el fuego, como un martillo que hace pedazos la roca. Yo, el Señor, lo afirmo.
Jeremías 23,28-29
¿Quién dice la verdad? ¿Quién comunica el verdadero mensaje de Dios? Esta es la pregunta y la discusión en el capítulo 23 de Jeremías.
Había en la época de Jeremías demasiadas personas que se hacían pasar por profetas pero que no lo eran, individuos que pretendían ser algo que en realidad no eran. Por lo tanto, lo que afirmaban carecía de valor, pues “decían una cosa por otra”. Imaginaban cosas y decían que es palabra de Dios, “hasta cuando van a seguir anunciando cosas falsas, inventos y fantasía”.
Jeremías, con su mensaje de Dios, se enfrenta a una realidad saturada de supuestas profecías de Dios. ¿Cómo lograr que su mensaje sea creíble y se distinga verdaderamente como palabra de Dios en medio de un entorno plagado de falsedades?
La verdad a veces duele, confronta, desenmascara y abre el corazón, los ojos, la mente y hace pensar…
La palabra de Dios es verdadera, y como tal, es como fuego que consume palabras que son como paja, que solo buscan poner “paños fríos” a la situación; y es como martillo que rompe los envoltorios de las supuestas verdades.
Que la palabra de Dios sea lámpara a nuestros pies, guiándonos por caminos de verdad y justicia, y que no digamos una cosa por otra. Amén.
Ricardo Adolfo Becker