Miércoles 20 de agosto

 

Si te das a ti mismo en servicio del hambriento, si ayudas al afligido en su necesidad, tu luz brillará en la oscuridad, tus sombras se convertirán en luz de mediodía.

 

Isaías 58,10

 

En este texto encontramos una invitación profunda a reflejar el amor del salvador en nuestras acciones diarias y a experimentar la transformación que ocurre en nuestras vidas cuando obedecemos el mandato divino.
Cuando dedicamos nuestro tiempo, recursos y compasión al servicio de los demás, especialmente de aquellos que están en necesidad, no solo cumplimos con un deber cristiano, sino que participamos en la obra redentora de Cristo en el mundo. Nuestro servicio es una manifestación del amor que Jesús nos mostró al sacrificarse por nosotros. Al alimentarnos con el pan del cielo, también estamos llamados a ser pan para el mundo, ofreciendo consuelo y esperanza a quienes están afligidos.
En estos momentos de servicio y generosidad, la luz de Cristo en nosotros se hace visible. Lo que parecía oscuridad en nuestras vidas y en el mundo se transforma en una luz que guía y da esperanza a quienes nos rodean. Así como el sol del mediodía disipa las sombras, nuestra fe activa y el amor en acción tienen el poder de iluminar los lugares más oscuros. Que vivamos cada día reflejando la luz de Cristo, sirviendo a los demás con alegría y generosidad. Amén.

 

Darío Dorsch

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