¡Aleluya! Feliz el [ser humano] hombre que honra al Señor y se complace en sus mandatos.
Salmo 112,1
El salmista describe a la persona que teme al Señor como bienaventurada, pero ¿qué significa realmente el temor a Dios y por qué es tan importante para nosotros? El temor al Señor no se trata de un miedo paralizante o temblores ante Su presencia, sino de un profundo respeto y reverencia hacia Él. Consiste en tener conciencia de su grandeza, su poder y su majestad, lo que nos lleva a reconocer nuestra limitación humana y a buscar su gracia y dirección en todo momento.
El salmista menciona la felicidad en los mandamientos de Dios.
¿Qué quiere decir esto? No se trata solo de obedecerlos, sino de encontrar gozo y satisfacción en hacerlo. Cuando amamos a alguien, por ejemplo, buscamos conocer sus preferencias y gustos para complacerlo, y esto mismo ocurre cuando amamos a Dios. Nos deleitamos en cumplir lo que Él nos pide, porque confiamos en que sus mandamientos son buenos para nosotros y nos acercan más a Él.
Ahora bien, ¿por qué se describe a la persona que teme al Señor y encuentra felicidad en sus mandamientos como bienaventurada? La respuesta es sencilla: porque la obediencia trae bendición. Al seguir los caminos de Dios, honramos su voluntad y Él nos recompensa con su amor, su favor y su protección.
Entonces, ¿cómo podemos aplicar éste salmo en nuestra vida diaria? Haciendo del temor al Señor y de la felicidad en sus mandamientos el centro de nuestra fe y nuestro caminar.
Vivir nuestra fe con temor y gozo, sabiendo que la obediencia trae bendición y que la fidelidad de Dios nos acompaña siempre. Que podamos reflejar su amor y majestad en todo lo que hacemos, y que podamos ser bienaventurados en su presencia.
Daniel Enrique Frankowski