Viernes 5 de septiembre

 

Al amado Filemón, colaborador nuestro, a la amada hermana Apia, a Arquipo, nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa: Reciban ustedes gracia y paz de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

 

Filemón 1-3

 

“Había x cantidad de personas junto con la pastora en la actividad”. ¿Acaso la pastora no es una persona? ¿Qué distinción existe entre las personas y la pastora? ¿Debemos contabilizar a todos o solo a algunos? ¿Deberíamos incluir a aquellos que colocaron las flores? ¿Y a quienes dejaron todo limpio y ordenado? ¿Qué hay de quienes pre- pararon la Santa Cena? ¿O los niños que contribuyeron con un poco de desorden? ¿Y qué decir de los encargados de la música y el coro?
¿Quiénes conforman la comunidad de fe? ¿Quiénes la administran? ¿Quiénes la sirven? ¿Quiénes la visitan regularmente? ¿Quiénes acuden cuando la necesitan? ¿Quiénes aprovechan la puerta abierta y entran? ¿Quiénes portan cierto apellido? ¿Quiénes han desempeñado siempre una tarea específica?
Está bien tomarnos un tiempo para hacernos preguntas y reflexionar.
Pablo le escribe a Filemón, pero menciona a Apia, a Arquipo y a toda la iglesia que se reúne en la casa de Filemón. Todos ellos han recibido la gracia y la paz de Dios, quien es presentado como el padre de todos, y de Jesucristo, el Señor de todos ellos. Aunque cada uno es único, todos son considerados por Dios y forman parte de la comunidad de fe que se reúne allí.
Quiera Dios que así lo podamos sentir y vivir en nuestras comunidades. Amén

 

Mónica G. Hillmann

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