Para que lo recibieras como siempre, no ya como a un esclavo, sino como a alguien más que un esclavo, como a un hermano amado.
Filemón 16
Que no tienes la talla ideal; que careces de estilo; que eres demasiado formal.
Que perteneces al barrio; que eres arrogante por ser de la capital; que vives al otro lado del charco; que careces de cultura por proceder de un país desconocido para mí.
Que eres esclavo por estar siempre fuera de casa trabajando demasiado; que no trabajas porque pasas mucho tiempo en casa solo; que eres un ni-ni (ni estudias ni trabajas).
“No hay griego ni hebreo en él, ni esclavo ni libre hay en él, en él no hay varón o mujer, tan solo herederos de Dios” (Canto y Fe número 137). ¿Por qué nos erigimos en jueces de los demás? ¿Por qué nos resulta tan difícil ver a los demás como hermanos y hermanas, con sus propias cualidades, personalidades, sentimientos y dones?
Ayúdanos, oh Dios, a dar lugar a tu Reino de inclusión, de amor, de justicia, de vida, tu voluntad. Amén
Mónica G. Hillmann