Lunes 10 de noviembre

 

Se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel.

 

Salmo 98,3

 

Porque Dios es amor, forma al ser humano desde la creación para el amor. El ser humano es creado para amar y ser amado.
Ninguno de nosotros podemos vivir sin amor. En el bautismo, entre otras promesas, recuerdo a los padrinos y padres el compromiso de amar a su hijo/a. Es que amar se aprende siendo amado/a, experimentando ser amado/a. ¡Y no es una obviedad! Si por un lado decimos amar a los hijos pero por otro en lo cotidiano expresamos: “¡no te aguanto más!”, “¡no quiero escucharte más!”, “¡déjame tranquilo/a!”, lo que estamos diciendo es: no tienes nada valioso para decir, tu vida es un peso que tengo que aguantar, solo molestas y necesito estar tranquilo, etc.
Y la fidelidad de la que habla el salmista acerca de Dios es el amor que, a través del tiempo, no solo permanece, sino que va creciendo. Esa fidelidad brota de Dios y está unida a la misericordia. La fidelidad es la seguridad en la cual los demás pueden apoyarse y ser sostenidos.
Dios es fiel y puro amor para su pueblo. ¡Eso cantamos con el salmista! Amén.

 

Sergio López

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