Mensaje del encuentro de diaconía de la IERP

Hermanas y hermanos de obras diacónicas, proyectos y actividades de la iglesia y otras organizaciones, nos reunimos en el Encuentro de Diaconía 2025 llevado a cabo del 10 al 12 de octubre, en la ciudad de Eldorado, Provincia de Misiones en instalaciones de la Congregación Evangélica San Juan.

 

En un marco celebrativo y de alabanza, convocados por el tema “Frente al descuido de la casa común seamos comunidades diacónicas de transformación desde la fe”, fuimos desafiados a dialogar a la luz del lema “por el amor que se tengan reconocerán que son mis discípulas y discípulos” (Juan 13,35).

 

Durante el encuentro se trabajó sobre diversas problemáticas, que fueron abordadas en tres paneles y siete mesas. Los paneles y las mesas mostraron experiencias de trabajo diacónico con las cuales distintas comunidades responden a situaciones de profundo descuido ambiental y humano.

 

En estos espacios hemos intercambiado resultados del trabajo que hacemos y las convicciones que nos dan fuerzas para seguir adelante, aún en medio de sufrimientos, de violencias y reiteradas agresiones a la dignidad de la vida humana.

 

En relación a la soberanía alimentaria y cuidado de la creación llamamos a ser guardianes de la tierra, el agua y las semillas para preservar los campos y sus recursos. Esto significa romper la dependencia y el circuito mercantilista de la producción.

 

Afirmamos que otro mundo es posible, si la Economía Social se convierte en una alternativa a la economía neoliberal. Es un verdadero privilegio elegir cómo vivir, en vez de estar preso en el consumo ilimitado.

 

Los pueblos originarios nos exhortan a respetar su dignidad y dejar de visualizarlos como objeto de asistencialismo. Nos sumamos a su demanda de participar en las decisiones que los involucran, afectando su estilo de vida y su entorno. Nos invitan a escuchar su cosmovisión, preguntando en vez de interpretar la realidad por ellos.

 

Nos indignamos junto a las mujeres frente a las múltiples violencias y crueldades del contexto, y llamamos a transformarlas desde la fe con capacidad de escucha comunitaria, fuerza, valentía y amor.

 

Tomamos el pedido de las juventudes de abrir las puertas de la iglesia, hacerlas accesibles a todas y todos por igual, facilitando la creación de espacios de diaconía, grupos de ternura y contención con proyectos de vida seguros basados en la fe.

 

Invitamos a las comunidades a responder a la necesidad de capacitación para la intervención en las nuevas formas de injusticia y vulnerabilidad que afectan a las niñeces. Ante la coexistencia de modelos educativos antagónicos que tensionan la convivencia en las comunidades, exhortamos a crear espacios de abordajes sin violencias, centrados en Jesús y las infancias.

 

Proclamamos la salud como un concepto integral que se construye en un ida y vuelta de cuidados, diálogos, ayuda y diaconía basado en los derechos humanos. Sostenemos que las distintas problemáticas ambientales afectan directamente a la salud.

 

El encuentro nos movilizó con el canto comunitario, el intercambio intercultural e intergeneracional, vivencias de fe desde distintas prácticas diacónicas y perspectivas. Esto nos anima a multiplicar estos encuentros aprendiendo unos de otros, de sus diferentes testimonios.

 

Estos actos, pequeños e invalorables, se han convertido en señales de esperanza, apelando al compromiso y a la educación para fortalecer la comunión y la comunidad.

 

Así como los pueblos originarios que nos llaman a disfrutar de la naturaleza, las estrellas, las especies, para aprender a amar las distintas formas de vida, sigamos dando testimonio del amor de Dios.

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