Viernes 14 de noviembre

 

Hermanos, les ordenamos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se aparten de cualquier hermano que no quiera trabajar y que no viva de acuerdo con las enseñanzas que les hemos transmitido.

 

2 Tesalonicenses 3,6

 

El apóstol Pablo aconseja a los hermanos de Tesalónica apartarse de aquellos que andan desordenadamente y no siguen la enseñanza que habían recibido de los líderes de la iglesia. Esta recomendación no solo es válida para los tesalonicenses de la época, sino que también tiene un valor fundamental que puede ser aplicado en el mundo actual.
Es importante que los cristianos mantengamos nuestra fe y estilo de vida según las enseñanzas de Jesucristo. Esto es necesario para nuestra propia vida y también para el testimonio que damos a otros. Todo lo que hacemos a través de nuestro trabajo debe ser para honra y gloria de Dios. Si alguien se aleja de la enseñanza de la Biblia, si sus actitudes y acciones son contrarias a los principios cristianos y si no busca la guía del Espíritu Santo, puede estar andando desordenadamente.
Y nosotros, ¿debemos juzgar a esas personas y alejarnos de ellas sin más? La respuesta es no. Debemos seguir interesándonos y orando por ellos, sin abandonar nuestra fe y nuestros principios. No despreciarlos ni llegar al odio, siempre buscando amorosamente que vuelvan al camino firme del cual se apartaron. Mostrarles que de la manera que están viviendo a Dios no le agrada.
La lectura de este versículo nos lleva a reflexionar sobre la importancia de seguir la enseñanza de Jesucristo y mantenernos firmes en nuestra fe, incluso en momentos difíciles.
“Firmes y adelante, huestes de la fe, sin temor alguno, que Jesús nos ve” (Canto y Fe número 327).

 

Gladis Gomer

 

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