¡Qué alegría cuando me dicen: “Vamos al templo del Señor”!
Salmo 122,1
El Salmo 122 se cantaba cuando los peregrinos y peregrinas iban caminando hacia Jerusalén para las fiestas de la pascua, los panes sin levadura y los tabernáculos. Esta alegría está relacionada con el sentido del salmo y es algo que debe celebrarse. Nos habla de reunirse, de alabar juntos y juntas, de encontrar justicia en los tribunales de Jerusalén.
El viaje hacia el templo, la casa de Dios, tiene que ver con la adoración, con el regreso a casa, al santuario (en el sentido de refugio seguro), con la justicia y con la paz; y está presente en todo este capítulo.
Nos invita, nos habla de caminar, de venir con todo lo que somos, lo que sentimos, lo que tenemos y lo que cargamos para acercarnos a Dios y encontrarnos con Él. El Salmo 122 nos trae imágenes que desafían nuestro caminar, nos habla de alegría al encontrarnos con Dios y con nuestro prójimo, pero también nos habla de paz y justicia, esa justicia que cuida a los más necesitados, a los marginados, a aquellos que nadie más cuida.
Hoy comenzamos el tiempo de Adviento, un camino hacia el nacimiento de nuestro Salvador. Y todo el recorrido de este tiempo está lleno de muchos momentos buenos, malos e inciertos. Y es el salmista quien nos dice: vamos a encontrarnos con Dios en nuestro caminar. Alguien dijo con mucha convicción y claridad: “Mis pies están cansados, pero mi corazón está descansado”. Que podamos sentir que la compañía de Dios nos da ese profundo descanso, que se manifiesta en esa paz que necesitamos.
“Tú eres nuestra esperanza, eres vida y verdad; libertador de los pobres, mensajero de la paz” (Canto y Fe número 4).
Mario Gonzales Flores