Sábado 29 de noviembre

 

Más bien, revistámonos del Señor Jesucristo.

 

Romanos 13,14a

 

En un lugar que visité, se planteaba la reflexión sobre la cuestión de cubrirse el cuerpo y la vestimenta en la época de la llegada de los europeos a América. Decía que los europeos criticaban a los pueblos originarios por estar desnudos y les obligaron a utilizar ropa; de esa manera, iban a ser más humanos y un poco cristianos.
La vestimenta está relacionada con nuestra personalidad y con cómo nos relacionamos con los demás. Hoy seguimos juzgando a los demás por cómo se visten. A la apariencia se le ha dado un valor importante en nuestros tiempos, al punto de que muchos piensan que, por vestirse de tal manera o con tal marca, son personas dignas y tienen valor ante los demás. Podemos seguir reflexionando sobre cómo algunos siguen modas y tendencias, mientras otros no tienen cómo abrigarse, y cómo encontramos grandes basureros textiles con ropa que ya pasó de temporada.
El texto bíblico de hoy nos llama a mirar, analizar y actuar en la vida de otra manera, a revestirnos de Jesucristo. Revestirnos de aquel que no tenía asegurado dónde descansar, dónde comer o qué vestir, pero que confiaba en la hospitalidad y solidaridad de las personas. Él sabía ver más allá de las apariencias, encontrándose con las personas en sus virtudes y defectos, y alentándolas a caminar hacia la vida plena, buena y abundante que Dios concede a todos, y que somos invitados a imitar en nuestro caminar por este mundo.
Dios nos dé el coraje y sabiduría para ser fieles seguidores suyos. Amén

 

Mónica Hillmann

 

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