Lunes 8 de diciembre

 

Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob.

 

Salmo 146,5a

 

Vamos, hermanas y hermanos, a romper las cáscaras oscuras que ponen obstáculos a nuestra alabanza a Dios, el generoso. En este salmo, el Rey David le habla a los exiliados del pueblo de Israel, pero también nos habla a nuestras comunidades. Nos invita a detenernos y alabar, a fortalecer nuestra espiritualidad. Ahora nos detenemos para alabar al hacedor de los firmamentos y de toda la tierra.
Pero esta alabanza no es solitaria, es en comunidad, es presencial. Después nos cuenta que Dios hace justicia a los agraviados y da pan a los hambrientos. La espiritualidad sin diaconía es egoísmo puro, y la diaconía sin espiritualidad es asistencialismo vacío. Diácono: (del griego: διακονος, diakonos y del latín: diaconus: servidor), es decir, diaconía es el servicio a la otredad, un pilar importante de nuestra IERP: servir a personas que lo necesitan, compartir, acompañar es nuestro llamado como cristianos y cristianas.
Somos como vasijas llenas de luz que se rompen para disipar la oscuridad. Al mismo tiempo, nuestros cuerpos y almas necesitan recargarse de energía por medio de las alabanzas, las oraciones, el culto y el canto, para salir nuevamente al encuentro con nuestros hermanos y hermanas. La espiritualidad nos llena de Dios, y la diaconía nos permite compartirlo con todas las personas. La espiritualidad no existe sin diaconía, y la diaconía no existe sin espiritualidad. Son dos hemisferios de un mismo corazón. Feliz el que pone su confianza en el Señor: La espiritualidad. Porque Dios hace justicia por los oprimidos: La diaconía. Esa espiritualidad de nuestro culto, al igual que la diaconía de nuestras acciones, siempre será en comunidad, porque nadie se salva solo, nadie se salva sola. Amén.

 

Renatto Gray

Compartir!

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Print