Viernes 12 de diciembre

 

Pero ustedes, hermanos, tengan paciencia hasta que el Señor venga. El campesino que espera recoger la preciosa cosecha, tiene que aguardar con paciencia las temporadas de lluvia.

 

Santiago 5,7-8

 

Las primeras comunidades cristianas vivían esperando la segunda venida de Jesucristo. Por esta razón, el apóstol Santiago les escribe pidiéndoles que esa espera sea con paciencia. Toma como ejemplo la imagen del agricultor, que necesariamente debe esperar las lluvias para que la semilla sembrada germine. Es un proceso con diferentes etapas, cada una con su respectiva importancia, mientras el agricultor necesita paciencia para aguardar.
Pienso en esta altura del año, ya casi llegando al final del mismo: ¿qué nos genera este llamado a la espera? ¿Qué tal si nos ponemos en sintonía con esta Palabra de Dios? Descubrir que ella quiere ayudarnos a transitar con confianza y abundante paciencia, escasa en este tiempo, sabiendo que Dios da crecimiento a lo que hemos sembrado. Hoy te invito a darnos el espacio para preguntarnos: ¿qué esperamos de Dios? ¿Cómo esperamos? Y más aún, ¿qué vamos sembrando en la espera? Que nuestra siembra sea semilla suelta para que broten signos del Dios de amor y esperanza en medio de un mundo que lo necesita.
Que sea una espera en la que veamos la oportunidad de confirmar nuestra fe y aliviar a quienes dudan y desesperan. Que, en medio de nuestras limitaciones, sea Dios mismo quien nos bendiga. Que su compañía llegue a cada uno como la lluvia que alivia y da nueva vida. “Aramos nuestros campos, y luego el sembrador en ella la simiente esparce con amor”.

 

Marisa Andrea Hunzicker

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