Lunes 15 de diciembre

 

Pastor de Israel, que guías a José como a un rebaño, que tienes tu trono sobre los querubines, ¡escucha! ¡Mira con buenos ojos a Efraín, Benjamín y Manasés! ¡Despierta y ven a salvarnos con tu poder! Oh Dios, ¡haz que volvamos a ser lo que fuimos! ¡Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo! Señor, Dios todopoderoso, ¿hasta cuándo estarás enojado con la oración de tu pueblo? Nos has dado lágrimas por comida; por bebida, lágrimas en abundancia. Nos has convertido en la burla de nuestros vecinos, y nuestros enemigos se ríen de nosotros. Dios todopoderoso, ¡haz que volvamos a ser lo que fuimos! ¡Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo!

 

Salmo 80,1-7

 

Qué interesante resulta la súplica del salmista, porque nos permite reflexionar sobre nuestro proceder y sobre nuestro comportamiento en la vida cotidiana. Y de allí surgen un cúmulo de preguntas que nos interpelan: ¿Dios está dormido ante nuestros sufrimientos? ¿Dios dejó de mirar nuestro pesar? ¿Dios se enojó con nosotros?
Si esa situación fuese posible, ¿por qué? ¿Qué nos llevó a comer y beber lágrimas? ¿Qué hicimos para ser la burla de nuestros vecinos y la risa de nuestros enemigos? Hay mucho de nuestra actitud puesta en relieve en esta súplica, aunque también una muestra de reconocimiento y de profunda fe.
El mensaje tiene un final esperanzador. nuestro Dios es todopoderoso. Su poder es capaz de devolvernos lo que alguna vez fuimos a sus ojos, que lo obtuvimos solo por su gracia. El salmista nos recuerda que únicamente necesitamos de la mirada amorosa de nuestro padre creador, quien nos guía para lograr la salvación.

 

Carlos E. Pruj

 

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