Pero ayuda al hombre que has escogido, al retoño de hombre que tú mismo afirmaste, y nunca más nos apartaremos de ti. ¡Danos vida, y solo a ti te invocaremos! Oh Señor, Dios todopoderoso, ¡haz que volvamos a ser lo que fuimos! ¡Míranos con buenos ojos y estaremos a salvo!
Salmo 80,17-19
Creo en una iglesia cuyo centro es Cristo, por eso me animo a leer la Biblia tomando como eje la vida de Jesús. Así como los libros que componen el Nuevo Testamento nos enseñan todo acerca de Él, sus apóstoles y la iglesia que se desarrolló a partir de la llegada del Espíritu Santo, los libros del Antiguo Testamento me animo a leerlos como la preparación del pueblo hebreo para su llegada, buscando en cada capítulo y versículo el significado en relación con nuestro salvador.
En los versículos del salmo que hoy nos convoca, podemos leer una manifestación de aquella promesa que Dios hace a su pueblo, el cual cree y da por cierta. Hay un retoño de la vid del Señor, el cual Él escogió y está afirmado, pero que requiere de su amorosa ayuda.
Hay una promesa de su pueblo de que seguiremos a este retoño. Hay un pedido de vida, más allá del simple hecho de disponer de los sentidos y el funcionamiento de nuestro cuerpo físico, con una promesa de invocación permanente por su gracia.
nuevamente un final con esperanza. El salmista nos recuerda que solo precisamos de la mirada con buenos ojos de nuestro Dios Padre, para lograr estar a salvo.
Nuestro buen padre cumple su promesa cada día. ¿Cumplimos nosotros la promesa de no apartarnos de Él?
Carlos E. Pruj