Navidad
Cuando los ángeles se volvieron al cielo, los pastores comenzaron a decirse unos a otros: —Vamos, pues, a Belén, a ver esto que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado. Fueron de prisa y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el establo.
Lucas 2,15-16
Hoy resplandece una luz para nosotros: ¡nos ha nacido el Señor! Después de María y José, estos pastores fueron los primeros en ser iluminados por la presencia del niño Jesús.
Jesús no solo nació de manera muy humilde, sino que también el anuncio de su nacimiento fue dado a uno de los grupos más humildes de ese tiempo.
En el tiempo de Lucas, los pastores eran considerados los últimos en la sociedad. La naturaleza de su trabajo les hacía imposible man- tener la pureza ritual requerida por las autoridades religiosas para ser considerados miembros dignos. Vivían en la periferia de la sociedad.
Sin embargo, en solo tres versículos, Lucas nos muestra a un grupo de pastores sin nombre capaces de llevar el mensaje dado por un coro angelical. El Señor eligió a los más humildes para ser los portadores de la buena nueva del nacimiento del Mesías. Como los pastores, incluso el más humilde e indigno de nosotros está llamado a oír la voz de Dios.
Nos interpela a que nuestra Navidad consista en un estallido de alegría y en una profunda y sincera acción de gracias, comprometiéndonos a compartir la buena nueva con el mismo gozo que lo hicieron los pastores en Belén.
Karina Arntzen