Bahía Blanca: primer culto luego de la inundación y la emergencia

Con una mezcla de emoción, lágrimas y esperanza, la comunidad de Bahía Blanca de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP) volvió a celebrar un culto comunitario el domingo 27 de abril de 2025, luego de haber atravesado semanas de angustia y trabajo intenso tras las graves inundaciones que azotaron la ciudad.

 

El reencuentro fue vivido como un momento profundamente sanador. “Realmente nos hizo muy bien”, compartieron miembros de la congregación. El templo, que había sido severamente afectado por el agua y el barro, fue escenario de un culto cargado de simbolismo y consuelo. La emoción fue protagonista: muchas lágrimas, abrazos largos y un sentido agradecimiento por poder volver a reunirse en comunidad.

 

 

El pastor Sergio López, de la Comunidad San Lucas de Buenos Aires, viajó especialmente para acompañar pastoralmente a la congregación. Su presencia fue muy valorada, así como la participación de miembros de la Iglesia Metodista, que se sumaron al culto y colaboraron con la música, aportando un espíritu de unidad y solidaridad ecuménica. Al finalizar, se compartió un almuerzo fraterno entre todas las personas presentes, coronando un día lleno de vida, fe y reencuentro.

 

 

Pero llegar a ese momento no fue fácil. El templo había quedado en condiciones dramáticas luego de la inundación que afectó gran parte de la ciudad a principios de marzo. Patricia Bao, referente de la comunidad, describió con crudeza el impacto de las aguas: “No se puede explicar lo que se siente. Realmente ver la iglesia así es altamente choqueante”. Y agregó: “Lo peor fue sacar todo… no sabés cómo quedamos”.

 

Junto a cuatro estudiantes del Hogar Estudiantil de la IERP en Bahía Blanca, Patricia fue parte activa del grupo que, sin descanso, se dedicó a remover barro, sacar objetos dañados, limpiar pisos, escaleras y paredes. “Por suerte el grupo de estudiantes colaboró para poder empezar a limpiar”, relató. La tarea fue dura, especialmente porque muchos de los miembros de la comunidad son adultos mayores. “Somos muy poquitos y yo, que tengo 54 años, soy de las más jóvenes. Pero estamos bien y la podemos pilotear”, aseguró con una mezcla de cansancio y determinación.

 

La limpieza y recuperación del templo no solo fueron trabajos físicos, sino también espirituales: cada rincón recuperado fue un paso hacia el reencuentro. Patricia compartió que las imágenes del antes y después del templo son el reflejo del esfuerzo colectivo: “Seguimos trabajando, poniéndole pilas a nuestra iglesia”, dijo, mostrando que más allá del barro, permanece intacto el compromiso con la vida comunitaria.

 

 

La inundación también afectó profundamente a muchas familias del barrio. “Hay gente que ha perdido absolutamente todo, no solamente lo material, sino también la vida tal como la conocían, que es lo más importante”, expresó Patricia con tristeza. Aun así, el regreso al templo y la posibilidad de celebrar juntas y juntos el primer culto fue un bálsamo, un momento de fe viva que reafirma la resiliencia y la esperanza.

 

La comunidad de Bahía Blanca de la IERP todavía tiene un largo camino por delante, pero ya dio un gran paso: el del reencuentro, la oración compartida y la certeza de que la fe es también reconstrucción. El culto del 27 de abril quedará grabado en la memoria colectiva como un acto de amor, de resistencia y de agradecimiento.

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