Carta pastoral por el Día de la Reforma Protestante

Hoy 31 de Octubre las iglesias evangélicas celebramos el Día de la Reforma

La así denominada Reforma Protestante remonta su origen al movimiento encabezado por el monje agustino Dr Martín Lutero quien expresó un fuerte rechazo a las prácticas realizadas por la Iglesia Católico Romana especialmente aquellas vinculadas a la venta de indulgencias o certificados de perdón otorgados a cambio de contribuciones.

No fue lo único que el Dr Martín Lutero esperaba que fuera corregido. También insistió en que la Palabra de Dios fuera enseñada y predicada en el idioma del pueblo, rescató la importancia de la Gracia de Dios y la aceptación incondicional del ser humano quitando a la iglesia su función de mediadora de los bienes salvíficos, y realizó un sinnúmero de aportes más expresados en las 95 tesis que fueron clavadas en la puerta de la Iglesia de Wittenberg el 31 de Octubre de 1517 y que se resumen en cuatro postulados fundamentales: Solo Cristo; Sola Gracia; Sola Fe; Sola Escritura a los que la tradición Reformada sumó: Solo a Dios la Gloria. Vivir y celebrar la Reforma hoy significa un enorme desafío. Nuestras sociedades
padecen al igual que ayer la ausencia de Gracia y Misericordia. El individualismo extremo alentado por la idea de la iniciativa personal como única herramienta de progreso y aceptación – justificación- , no sólo está destruyendo aquello que debería ser propio de las sociedades humanas: la convivencia pacífica y comunitaria entre las personas y con la naturaleza, sino que además nos está enredando en la falsa gloria del culto a la personalidad como así también en la depresiva angustia por no alcanzar los estándares de progreso y aceptación que la misma sociedad impone.

También hoy se vive en un clima de angustia generalizada tal como ocurría en los tiempos de la Reforma. A ello se suma la prevalencia a nivel global y regional de un modelo económico que genera concentración de riqueza y aumento de pobreza. Este modelo no solo produce desigualdades enormes, quita derechos humanos fundamentales y atenta contra el cuidado de la naturaleza, sino que además cierra oportunidades de progreso (ese que promueve como fuente de aceptación y satisfacción) dando lugar al aumento de la desazón como así también de la bronca que, en su sabiduría, el
sistema sabe aprovechar para generar rencores que desatan conflictos de pobres contra pobres. Negocio perfecto para quienes dominan.

En este marco de ausencia de gracia y misericordia, donde la vida humana y de toda la creación está en riesgo fruto del pecado, como iglesia cristiana heredera de la Reforma protestante tenemos la enorme tarea de promover en las comunidades – y fuera de ellas – anuncios y obras que den testimonio de aquello que hemos recibido y en lo cual creemos: la buena noticia del amor incondicional de Dios manifestado en Cristo Jesús por medio del cual, gracias al don de la Fe, somos justificados y justificadas para ser libres de toda potestad y esclavitud y servir a nuestros hermanos y hermanas.
En tal sentido, celebro con alegría y gratitud al Señor cómo las distintas

Congregaciones y Distritos de nuestra iglesia estamos rememorando el Día de la Reforma haciendo de este evento una oportunidad para reflexionar a nivel personal y comunitario cómo vivimos y experimentamos aquello que la Reforma rescató y expresó con tanta claridad y amor.

Son tiempos en los que urge la necesidad de tejer un entramado de propuestas esperanzadoras que sostenidas en el mandamiento del amor incluyan la justicia social y rescaten el valor de lo comunitario, la solidaridad y la empatía.

Solo Cristo – Sola Fe – Sola Gracia – Sola Escritura – Solo a Dios la Gloria.

Bendecido Día de la Reforma

Pastor Leonardo Schindler, pastor presidente de la IERP

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