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Salmo 97
1 Jehová reina; gócese la tierra;
regocíjense las islas muchas.
2 Nubes y oscuridad alrededor de él;
justicia y juicio son el cimiento de su trono.
3 Fuego va delante de él,
y abrasa a sus enemigos alrededor.
4 Sus relámpagos alumbran el mundo;
la tierra vio y se estremeció.
5 Los montes se derretirán como cera delante de Jehová,
delante del Señor de toda la tierra.
6 Los cielos han proclamado su justicia,
y todos los pueblos han visto su gloria.
7 Avergüénzanse todos los que sirven a imágenes,
y se glorían en los ídolos;
Inclínense ante él, todos ustedes dioses.
8 Sion oyó y se alegró;
y las hijas de Judá se gozaron por tus juicios, oh Jehová.
9 Porque tú, Jehová, eres el Altísimo sobre toda la tierra;
súbitamente serás exaltado sobre todos los dioses.
10 Los que amáis a Jehová, odiad el mal;
él guarda las almas de sus santos;
de la mano de los impíos los libra.
11 Luz está sembrada para el justo,
y alegría para los rectos de corazón.
12 Alegraos en Jehová, justos;
y alabad la memoria de su santidad.
Hechos 16:16-34
La liberación de una esclava y la prisión de Pablo y Silas
16 Aconteció que, mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una joven que tenía espíritu de adivinación, la cual daba grandes ganancias a sus amos adivinando.
17 Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo:
—Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, los cuales os anuncian el camino de salvación.
18 Y esto lo hacía por muchos días.
Pero Pablo, irritado, se volvió y dijo al espíritu:
—Te mando en el nombre de Jesucristo que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora.
19 Pero cuando sus amos vieron que había salido el espíritu de adivinación, huyeron su esperanza de ganar dinero.
Entonces, alzaron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro ante las autoridades,
20 y presentándolos a los magistrados, dijeron:
—Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad,
21 y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos.
22 Y se agolpó el pueblo contra ellos, y los magistrados rasgándoles las ropas, ordenaron azotarlos con varas.
23 Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad.
24 El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.
25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios, y los presos los oían.
26 Entonces, sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudieron; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.
27 Despertado el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido.
28 Pero Pablo dio grandes voces, diciendo:
—No te hagas ningún mal, que todos estamos aquí.
29 Entonces él, pidiendo luz, se precipitó dentro, y temblando, se postró ante Pablo y Silas,
30 y sacándolos fuera, les dijo:
—Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?
31 Ellos le dijeron:
—Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.
32 Y le hablaron la palabra del Señor, y a todos los que estaban en su casa.
33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas, y enseguida se bautizó, él con todos los suyos.
34 Y llevándolos a su casa, les puso la mesa, y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.
Apocalipsis 22:12-14, 16-17, 20-21
La promesa de la venida de Jesús
12 He aquí, yo vengo pronto, y mi recompensa conmigo, para pagar a cada uno según sea su obra.
13 Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin.
14 Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.
16 Yo Jesús he enviado a mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
17 Y el Espíritu y la esposa dicen: ¡Ven! Y el que oye, diga: ¡Ven! Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
20 El que da testimonio de estas cosas dice:
—Ciertamente vengo en breve.
Amén. ¡Ven, Señor Jesús!
21 La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.
Juan 17:20-26
La oración de Jesús por sus discípulos y por todos los creyentes
20 Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.
22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno;
23 yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
24 Padre, quiero que donde yo estoy, también estén conmigo los que me has dado, para que vean mi gloria, que me has dado, porque me has amado antes de la fundación del mundo.
25 Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste.
26 Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo en ellos.
Agenda Evangélica: Salmo 27,1.7-14; Jeremías 31,31-34; Efesios 3,14-21 (P); Juan 16,5-15