1er domingo de Cuaresma
Finalmente el diablo lo llevó a un cerro muy alto, y mostrándole todos los países del mundo y la grandeza de ellos, le dijo: “Yo te daré todo esto, si te arrodillas y me adoras”. Jesús le contestó: “Vete, Satanás, porque la Escritura dice: ‘Adora al Señor tu Dios, y sírvele sólo a él’.”
Mateo 4,8-10
La última tentación revela una pugna entre el proyecto del Reino de Dios y el antiproyecto diabólico. Satanás utiliza la Palabra de Dios para su conveniencia. Su propuesta podría seducir a cualquiera: ¿a quién no le gustaría tener poder terrenal para realizar sus buenos propósitos? ¿Qué precio estaríamos dispuestos a pagar por él?
El precio puesto a Jesús era rendir homenaje al Diablo. Pagarlo implicaba, aún sin quererlo, aceptar un programa contrario a la voluntad de Dios y abandonar su propia misión. Pero, el Señor no cede ni transa. Confía profundamente en su Padre, lucha con la Palabra de Dios, mostrando así el camino de victoria a sus discípulos de ayer y de hoy.
A veces confundimos el Evangelio con nuestras ideas; y apoyamos proyectos que, en apariencia, concuerdan con la voluntad Dios, divinizándolos, y clausurando el diálogo. Debemos tener cuidado de no distorsionar ni manipular el Evangelio para justificar nuestras ideas, como hace el Diablo. Debemos recordar que el Evangelio es mayor que la ciencia, las filosofías y las ideologías. Debemos confiar en el Señor, decir “¡Vete Satanás!”, y vivir nuestro liderazgo y poder no como dominación sobre los demás, ni siquiera sobre nuestros enemigos, sino como servicio a todos ellos.
Señor, ayúdanos a vencer las tentaciones, a resistir sus halagos, a confiar en tu Palabra y a adorarte sólo a ti.
Robinson Reyes Arriagada
Salmo 32; Génesis 2,15-17; 3,1-7; Romanos 5,12-19; Mateo 4,1-11
Agenda Evangélica: Salmo 91,1-6.9-12; Mateo 4,1-11; Hebreos 4,14-16; (P) Génesis 3,1-19(20-24)