17° después de Pentecostés, 26º en el año
Aprendan la enseñanza que les da la higuera, o cualquier otro árbol. Cuando a un árbol le salen hojas nuevas, ustedes saben que ya se acerca el verano. Del mismo modo, cuando vean que sucede todo lo que yo les he dicho, sepan que el reino de Dios pronto comenzará.
Lucas 21,29-31
La parábola de Jesús les pide a los discípulos que reconozcan la promesa de Dios en las “evidencias”, en las “señales”, y que estén listos para recibirlo. La presencia de Dios no se vive exclusivamente en un marco religioso, sino en una experiencia de esperanza, de liberación, de solidaridad y de justicia.
La unidad entre fe y vida es reflexionada por Leonardo Boff en su libro “La crisis como oportunidad de crecimiento”. Hace referencia a la propuesta monástica Ora et Labora – orar y trabajar. Plantea como eje estructurador de la vida espiritual “el momento de la oración y la contemplación, alternado con el del trabajo. La oración capitaliza el valor y se expresa mediante signos de experiencias religiosas. El trabajo, en sí mismo, no sería mediación directa hacia Dios sino únicamente en la medida que se encuentre bajo el influjo de la oración. El trabajo constituye el campo de expresión ética y el lugar del testimonio”.
Hoy día, por la operatividad y eficacia como dimensiones importantes de la cultura moderna, el lema se invierte: “labora et ora”- trabaja y ora. El autor sostiene que se descubre “el carácter divino de la creación y del trabajo como forma de colaboración humana en la acción divina.”
El trabajo posee una dignidad y sacralidad propias; en especial el trabajo de la justicia comprometida con los pobres. La oración sigue teniendo su lugar y su valor, su verdad se expresa por la calidad de la praxis verdadera y ética.
El compromiso nace de la oración, y la oración brota del centro mismo del compromiso. No se trata de rezar por un lado y actuar por otro.
Ana y Francisco Köstlin
Lucas 21,23-32 – Lecturas de referencia: Mateo 24,29-35; Marcos 13,24-37 Canto y Fe Himno Nº239 “Renacer”
Salmo 78,1-4, 12-16; Éxodo 17,1-7; Filipenses 2,1-13; Mateo 21,23-32; Agenda Evangélica: Lamentaciones 3,22–26.31–32