1° domingo después de Epifanía

Y del cielo llegaron estas palabras: “Tú eres mi Hijo, el Amado; Tú eres mi Elegido.”

Marcos 1,11 (VL)

Este domingo está dedicado al bautismo de Jesús. De las fiestas que giran alrededor del Niño Jesús, se pasa al personaje de Jesús como adulto.

Jesús fue al río Jordán a bautizarse por Juan, el bautista. El bautismo marca el comienzo y el compromiso con su nuevo camino. Su enseñanza y su actitud proclaman: el reino de Dios está cerca. El compromiso que tomó Jesús surge de la confianza en su Padre celestial.

En el bautismo se manifiesta la autorización divina con palabras del cielo: Tú eres mi Hijo, el Amado; Tú eres mi Elegido. Palabras que vienen del corazón de Dios. Con todo su cariño y amor, Él acepta a Jesús como su hijo.

¿Hay algo más valioso que esta expresión divina que recibió Jesús? Con esto, Marcos invita a sus lectores a seguir a Jesucristo. Con el bautismo comienza la obra de salvación de Jesús. Con nuestro bautismo estamos unidos a Él para vivir y morir con Él. Incorporados en su comunidad podemos confiar en su amor y hermandad, escuchar y obedecer a su palabra.

Mi Hijo, el Amado, mi Elegido y la entrega del Espíritu Santo es un testimonio para Jesús: ahí podemos poner nuestra confianza. No pretendemos en este sentido ser como Él, sino reconocerlo y seguirlo. No copiarlo, sino comprenderlo y vivir nuestra vida en la confianza, porque Él nos acompaña en todo momento.

También estamos bajo la promesa de Dios que recibimos en nuestro bautismo: te he llamado por tu nombre, tú eres mío.

Que tengan un bendecido domingo.

Günter Kreher

Salmo 29; Isaías 42,1-9; Hechos 10,34-43; Marcos 1,4-11

Agenda Evangélica: Salmo 89,2-5.27-30; Isaías 42,1-9; Romanos 12,1-8 (P); Mateo 3,13-17

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